Derrota rozando la tragedia

La CRóNiCa / Villarreal B (2-1) HÉRCULES
Un golazo de Álex Martínez no es suficiente para puntuar en Villarreal

Texto: Gonzalo Blanes (@gonzaloblanes) / Foto: @cfhercules

El Hércules pierde el tercer puesto y depender de sí mismo para acabar en zona noble. Y vuelve a perder al Toro Acuña por lesión. El resto de lo que escriba casi sobra. En estas frases se resume todo. El dolor, el miedo, el pánico, el caos, la debacle, la tragedia. Pero esto es fútbol, un deporte, aunque a veces se olvide. Quedan dos jornadas y una segunda fase que puede ser por el camino correcto o el angosto. Pero caer a cuarta división es una mierda. Y por eso merece la pena levantarse y pelear. Aunque hoy todo se vea negro y oscuro. El equipo se ha metido en un atolladero y para salir de él necesita fe y algo de fortuna.

Ante el Villarreal B se vio un Hércules apañado e insuficiente. Se preparó el partido como una final y se perdió como colegiales. Sin verse superados por el filial, se compitió mal. Sobre todo tras empatar a un gol, donde todo saltó por los aires. Manolo Díaz se ha presentado como un técnico con las ideas fijas. Las mantiene pese a los titubeos. Apostó otra vez por David y Benja en ataque, dejando de salida en el banquillo a Moyita y Acuña. El resultado un primer tiempo perfil Orihuela. Discreto y sin nada que destacar. Y esta vez no estaba Jon Erice. El equipo compitió, pero sin alardes. Hasta que llegó una contra mal defendida por Javi y el primer gol local.

En el descanso tocaba rectificar el criterio inicial. Entró Acuña. Lo que pasó después es más propio del mal fario. Primer balón que tocó el paraguayo, al suelo, rodilla y llantos. Un desastre. El equipo se apagó, el golpe fue duro. Entró Moyita, otro estilo y poco a poco se levantó. Hasta que Abde, que aporta en ataque y resta en defensa, forzó la falta del empate. Cuanto tiempo sin ver un gol de falta en el Hércules. Un golazo de Álex Martínez. El empate, visto lo visto, sabía a gloria.

Era cuestión de ser cancheros, de amarrar y no conceder. Entonces el Hércules parecía el que mandaba. Ante un grupo de jóvenes talentosos fuera del partido. Perder en ese contexto es imperdonable. Levantarse de todo para volver a caer suena a historia de terror. El segundo gol local castigó a un equipo que ya no defiende como antes. Guste o no, es la verdad. Y si no defines y tampoco defiendes, te rompes. La derrota es dura y dolorosa. Pero quedan dos jornadas. Y aún dependiendo de terceros, con dos triunfos la lógica invita al optimismo. Pero hay que ganar, hay que aprender a sufrir, hay que defender, hay que ser competitivos, hay que definir. Mucho que mejorar, pero lo improbable aún no es imposible.

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